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Jefe del WFP advierte sobre una pandemia de hambre en medio de la propagación de la COVID-19 (Declaración ante Consejo de Seguridad de la ONU)

Transcripción de las palabras de David Beasley, Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, en la sesión virtual del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad Internacional: Protección de los civiles afectados por el hambre provocada por conflictos.

NUEVA YORK – Perdónenme por hablar sin rodeos, pero me gustaría presentar claramente lo que el mundo enfrenta en este momento. Mientras tratamos con una pandemia de COVID-19, también estamos al borde de una pandemia de hambre.

En mis conversaciones con los líderes mundiales en los últimos meses, antes de que el coronavirus se convirtiera en un problema, decía que en 2020 enfrentaríamos por varias razones la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial.

Como es el caso con las guerras en Siria y Yemen. Las crisis cada vez más profundas en lugares como Sudán del Sur y, como Jan Egeland sin duda expondrá, Burkina Faso y la región del Sahel Central. La langosta del desierto pulula en África, como destacó el Director General Qu en sus comentarios. Y desastres naturales más frecuentes y patrones climáticos cambiantes. La crisis económica en el Líbano que afecta a millones de refugiados sirios. La República Democrática del Congo, Sudán, Etiopía. Y la lista continúa. Ya nos estamos enfrentando a una tormenta perfecta.

Así que hoy, con COVID-19, quiero enfatizar que no solo estamos enfrentando una pandemia mundial de salud sino también una catástrofe humanitaria global. Millones de civiles que viven en naciones afectadas por conflictos, incluidas muchas mujeres y niños, se enfrentan a ser empujados al borde del hambre, con el espectro de la hambruna como una posibilidad muy real y peligrosa.

Esto suena realmente impactante, pero déjenme darles las cifras: 821 millones de personas se acuestan con hambre todas las noches en todo el mundo, con hambre crónica y, como lo muestra el nuevo Informe global sobre crisis alimentarias 2020 publicado hoy, hay otros 135 millones de personas enfrentando niveles de inseguridad alimentaria altos. Eso significa que 135 millones de personas en la tierra se acercan al borde de la inanición. Pero un análisis del Programa Mundial de Alimentos, a raíz del coronavirus, muestra ahora que otros 130 millones de personas podrían ser empujadas al borde de la inanición para fines de 2020. Eso suma en total 265 millones de personas.

En un día cualquiera, WFP ofrece un salvavidas a casi 100 millones de personas, en comparación con los 80 millones de hace unos años. Esto incluye a unos 30 millones de personas que literalmente dependen de nosotros para sobrevivir. Si no podemos llegar a estas personas con la ayuda vital que necesitan, nuestro análisis muestra que 300.000 personas podrían morir de hambre todos los días durante los próximos tres meses. Esto no incluye el aumento de la inanición debido a la COVID-19.

En el peor de los casos, podríamos estar viendo hambruna en aproximadamente tres docenas de países, y, de hecho, en 10 de estos países ya tenemos más de 1 millón de personas por país que están al borde de la inanición. En muchos lugares, este sufrimiento humano es el alto precio del conflicto.

En WFP, estamos orgullosos de que este Consejo haya tomado la decisión histórica de aprobar la Resolución 2417 en mayo de 2018. Fue asombroso ver que el Consejo se uniera. Ahora tenemos que cumplir nuestra promesa de proteger a los más vulnerables y actuar de inmediato para salvar vidas. 

Pero en mi opinión, esto es solo la primera parte de la estrategia necesaria para proteger a los países en conflicto de una pandemia de hambre causada por el coronavirus. También existe un peligro real de que más personas mueran potencialmente por el impacto económico de la COVID-19 que por el virus mismo.

Por eso estoy hablando de una pandemia de hambre. Es fundamental que nos unamos como comunidad global para derrotar esta enfermedad y proteger a las naciones y comunidades más vulnerables de sus efectos potencialmente devastadores.

Se espera que los confinamientos y la recesión económica conduzcan a una pérdida importante de ingresos entre los trabajadores pobres. Las remesas desde el extranjero también caerán bruscamente, lo que perjudicará a países como Haití, Nepal y Somalia, solo por nombrar algunos. La pérdida de ingresos por turismo afectará a países como Etiopía, donde representa el 47% de las exportaciones totales. El colapso de los precios del petróleo en países de bajos ingresos como Sudán del Sur tendrá un impacto significativo porque el petróleo representa el 98.8% de las exportaciones totales. Y, por supuesto, cuando los ingresos de los países donantes disminuyen, ¿cuánto impacto tendrá esto en la ayuda exterior que salva vidas?

Los impactos económicos y de salud de la COVID-19 son más preocupantes para las comunidades en países de África y Oriente Medio, porque el virus amenaza con dañar aún más las vidas y los medios de subsistencia de las personas que ya están en riesgo por conflictos.

WFP y nuestros socios están haciendo todo lo posible para ayudarlos a hacer todo lo posible. Por ejemplo, sabemos que los niños son particularmente vulnerables al hambre y la desnutrición, por lo que estamos priorizando su asistencia.

En estos momentos, como tendrán entendido, 1.600 millones de niños y jóvenes dejaron de ir a clases por el cierre de las escuelas. Casi 370 millones de niños no están recibiendo las comidas escolares nutritivas. Solo piensen que cuando los niños no reciben la nutrición que necesitan, su sistema inmunológico se debilita. En donde las comidas escolares nutritivas han sido suspendidas por el cierre de escuelas, trabajamos para reemplazarlas por raciones para llevar a casa, siempre que sea posible.

Como saben, WFP es el brazo logístico del mundo humanitario y más ahora en este esfuerzo global para vencer la pandemia. Hemos entregado a pedido de la Organización Mundial de la Salud millones y millones de equipos de protección personal, kits de prueba y mascarillas en 78 países. También estamos operando servicios aéreos humanitarios para llevar a profesionales de la salud, médicos, enfermeras y personal humanitario a países que necesitan ayuda, especialmente mientras la industria aérea de pasajeros está por dejar de operar. 

Pero tenemos que hacer mucho más, e insto a este Consejo a liderar el camino. En primer lugar y ante todo, necesitamos paz. Como hace poco dijo muy claramente el Secretario General, un alto el fuego global es esencial.

En segundo lugar, necesitamos que todas las partes involucradas en los conflictos nos brinden acceso humanitario rápido y sin obstáculos a todas las comunidades vulnerables, para que puedan obtener la asistencia que necesitan, independientemente de quiénes sean o dónde se encuentren. También necesitamos, en un sentido muy general, que los bienes humanitarios y el comercio continúen fluyendo a través de las fronteras, porque son el sustento de los sistemas alimentarios mundiales y de la economía mundial. Las cadenas de suministro tienen que seguir moviéndose si queremos superar esta pandemia y obtener alimentos de donde se producen para llevarlos a donde se necesitan. También significa resistirse a la tentación de prohibir las exportaciones o gravar las importaciones, lo que puede conducir al aumento de precios y casi siempre resulta contraproducente.

WFP está trabajando mano a mano con los gobiernos para construir y fortalecer redes nacionales de protección social. Esto es crítico en este momento para garantizar un acceso justo a la asistencia y ayudar a mantener la paz y evitar tensiones crecientes entre las comunidades.

Tercero, necesitamos una acción coordinada para apoyar la asistencia humanitaria que salva vidas. Por ejemplo, WFP está implementando planes para pre posicionar alimentos y dinero en efectivo durante tres meses para servir a las operaciones del país identificadas como prioridades. Estamos pidiendo a los donantes que aceleren los 1.900 millones de dólares en fondos que ya se han prometido, para que podamos crear esas reservas que salvan vidas, y protegen a los más vulnerables de los efectos de las interrupciones en las cadenas de suministro, la escasez de productos, los daños en la economía y los confinamientos. Entienden exactamente de lo que estoy hablando.

También solicitamos 350 millones de dólares adicionales para establecer una red de hubs logísticos y sistemas de transporte para mantener las cadenas de suministro humanitarias en movimiento en todo el mundo. También proporcionarán hospitales de campaña y evacuaciones médicas de los trabajadores humanitarios y de la salud en primera línea, según sea necesario y estratégicamente.

Excelencias, hace dos años, el Consejo de Seguridad dio un paso histórico cuando reconoció y condenó la devastadora carga humana del conflicto que se paga en la pobreza y el hambre. La Resolución 2417 también destacó la necesidad de sistemas de alerta temprana, y hoy estoy aquí para dar la alarma.  

Todavía no hay hambrunas. Pero debo advertirles que, si no nos preparamos y actuamos ahora, para asegurar el acceso, evitar la escasez de fondos y las interrupciones en el comercio, podríamos enfrentar múltiples hambrunas de proporciones bíblicas en unos pocos meses.

Las acciones que tomemos determinarán nuestro éxito o fracaso en la construcción de sistemas alimentarios sostenibles como la base de sociedades estables y pacíficas. La verdad es que no tenemos tiempo de nuestro lado, así que actuemos sabiamente y actuemos rápido. Creo que, con nuestra experiencia y asociaciones, podemos reunir a los equipos y los programas necesarios para asegurarnos de que la pandemia de la COVID-19 no se convierta en una catástrofe humanitaria y de crisis alimentaria. Entonces, señor presidente, gracias, muchas gracias.

 

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