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EL SALVADOR: "Es difícil ver a mis hijos llorar de hambre y no tener nada qué darles"

Por Tania Moreno, PMA El Salvador

Una mezcla de desesperanza y fe atrapa los ojos de Orbelina una madre soltera con 12 hijos, dos de ellos no lograron nacer debido a la desnutrición y a la falta de un control prenatal. Hoy en día vive con ocho hijos, el menor de 1 año y medio y la mayor de 17 años.

Tres de sus hijos menores van a la escuela y reciben ayuda alimentaria del PMA y de Visión Mundial, lo que es un alivio importante para la situación precaria que viven; la hija mayor de Orbelina, Ana, tuvo que retirarse este año del octavo grado, pues la difícil situación económica la ha obligado a dejar sus estudios. Hace 15 días consiguió trabajo de vender dulces en la escuela donde proyecta que ganará unos $40 al mes.

Bajo una gran sombrilla multicolor que la protege del intenso Sol, a orillas de la escuela del cantón, en una calle de polvo, la joven Ana, prepara su canasto con la venta del día. "No sé si voy a regresar a la escuela, para mientras sé que tengo que ayudar a mi mamá y a mis hermanos y eso me hace feliz", comentó.

Orbelina y su hijo de 13 años, Samuel, trabajan una parcela de tierra cultivando guineos, sin embargo, los últimos 5 meses no han podido pagar el alquiler de la tierra, tampoco comprar insumos agrícolas pues no tienen dinero para hacerlo. Los 5 ó 7 dólares que obtienen de ganancia cada mes "cuando las ventas y la cosecha son buenas", sirven para complementar los ingresos familiares mensuales que por ahora no llegan a más de 10 dólares.

A sus 33 años, Orbelina asegura que los últimos dos años de su vida han sido los peores. "Hemos tenido que salir a pedir comida, sobre todo para los niños más chiquitos. Es difícil ver a mis hijos llorar de hambre y no tener nada qué darles. Lo mismo conseguir trabajo aquí no es fácil, solo para llegar a la unidad de salud camino por lo menos una hora y para llegar al pueblo por lo menos una hora y media", señaló.

"Antes alcanzaba para mojar el pan en un poquito de café, ahora hasta conseguir sal con tortillas es difícil y no hay cosa más grande que me quite el sueño y me tenga preocupada que la comida mis hijos, pero sé que Dios nos va a mantener vivos", continuó.

Esta es una de las 150 familias del Cantón Los Cimientos, del municipio de Yamabal, departamento de Morazán (al nororiente de El Salvador) afectadas por la crisis económica. Morazán es una zona con reductos de población indígena que trabajan el barro negro en la elaboración de comales y ollas.

"Capeando la tormenta"

Un estudio del PMA sobre "Alza de Precios, Mercados e Inseguridad Alimentaria y Nutricional en Centroamérica" (octubre 2008) indica que existen grupos de población en la región cuyo consumo de alimentos está en riesgo por la actual coyuntura, entre éstos los pobres urbanos, los productores de subsistencia, los jornaleros pobres y los pobres rurales no agropecuarios.

Aunque muchas familias pueden compensar la cantidad de alimentos, comprando alimentos de menor costo, hay una reducción en la calidad de la alimentación contribuyendo a un mayor riesgo nutricional, especialmente entre niños menores de 5 años y mujeres embarazadas o madres lactantes.

Estimaciones realizadas por el PMA en El Salvador indican que el 87% de hogares pobres ha reducido la cantidad y calidad de alimentos consumidos como resultado del aumento de precios.

A partir de mediados del 2007, el costo de la canasta básica alimentaria en Centroamérica experimentó alzas, desencadenando y profundizando la vulnerabilidad económica y la inseguridad alimentaria en estratos de población en condiciones de pobreza. Según el Presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, esto significa un retroceso en la lucha contra la pobreza, posiblemente "siete años perdidos" en este esfuerzo.

A pesar de que durante los últimos meses, los precios de los alimentos y del petróleo se han reducido considerablemente, todavía estos permanecen más altos que cuando comenzó la crisis. Se ha observado que las bajas en los mercados internacionales no necesariamente se traducen en una inmediata disminución del precio de los alimentos en los mercaos locales.

El costo de la canasta básica en El Salvador ha aumentado en un 20% en áreas urbanas y el 27% en áreas rurales entre enero de 2007 y agosto de 2008, en el contexto de alza de precios. Para enero de 2009, el costo de la canasta básica estaba más alto en un 18% en áreas urbanas y 22% en las áreas rurales en comparación con los precios que predominaban en enero de 2007, según la Dirección General de Estadísticas y Censos (DIGESTYC, enero 2009).

El efecto de la baja en las remesas

Además de lo anterior, la actual crisis económica en Estados Unidos comienza también a sentirse en El Salvador con la reducción del envío de remesas por parte de más de un millón de inmigrantes salvadoreños que se encuentran en ese país.

El Salvador es un país en el que las remesas representan el 18% del PIB y el valor equivalente al 80% de sus exportaciones. Sus ingresos en gran medida provienen de estos envíos de dinero.

La disminución de remesas no solo disminuye el poder adquisitivo de familias salvadoreñas, sino que también pone en peligro la capacidad de estos hogares de continuar invirtiendo en el futuro educativo de sus hijos.

El PMA ha solicitado apoyo adicional para cubrir los costos de sus programas de ayuda humanitaria actuales y de apoyo a redes de protección social, tales como los programas de alimentación escolar que son un elemento esencial en la respuesta que debe dar la comunidad internacional y los países de la región ante la demanda de una nueva población vulnerable, a raíz de esta crisis económica en gestación.

El Director Regional del PMA para América Latina y el Caribe, Pedro Medrano, dijo recientemente que la región, no menos que el resto del mundo, se encuentra en estos momentos en una encrucijada crítica para el futuro de las personas más vulnerables. "Sería un grave error que la crisis financiera internacional se tradujera en menos fondos para hacer frente a una situación ya de por sí difícil", subrayó el funcionario.