Allanando el camino de la Granja al Mercado
Siria, Yemen o Haití: las crisis humanitarias, naturales o provocadas por el hombre, prolongadas o efímeras, siguen tocando la conciencia de la humanidad - y sus bolsillos. Este flujo aparentemente continuo de emergencias conlleva un alto costo en vidas perdidas y dólares perdidos. Y aun cuando las raíces de la crisis sean ostensiblemente políticas, las causas subyacentes incluirán con frecuencia la competencia por los escasos recursos, las consecuencias de un clima cambiante o una profunda disfunción económica. Si queremos acabar con estos ciclos de intervenciones de emergencia (cada vez más costosas y con presupuestos cada vez más limitados), deberíamos prevenir las causas en vez de lidiar con las consecuencias, construir la resiliencia en lugar de brindar alivio, y usar la lógica de inversión en vez la lógica de ayuda.
En el Programa Mundial de Alimentos (PMA), cuya misión es acabar con el hambre y la malnutrición, lo hemos entendido ya hace un tiempo. De hecho, mientras realizamos una intervención de emergencia tras otra con gobiernos y otros actores para salvar vidas, trabajamos duro para asegurarnos que no sigamos haciéndolo indefinidamente. Lo que hemos visto es que las débiles cadenas de suministro fomentan la inseguridad alimentaria y, en última instancia, el desastre y la lucha.
Millones de personas se hacen más pobres por su incapacidad de cultivar, desplazarse y vender sus alimentos de manera eficiente. De hecho la mayoría de los pobres con hambre son pequeños agricultores: con demasiada frecuencia producen apenas lo suficiente para alimentarse a sí mismos y a sus familias - si acaso eso. La falta de acceso al crédito o a los seguros significa que una cosecha perdida por El Niño (como ocurre actualmente en el sur de África) puede empujar a comunidades enteras al hambre. El almacenamiento inadecuado puede provocar que hasta un tercio de la cosecha sucumba a las plagas, la putrefacción o las inclemencias del tiempo. Las malas conexiones de transporte dificultan el comercio. Los precios son volátiles y a menudo muy altos.
Por eso, nosotros como grandes compradores de productos básicos en los mercados en desarrollo, nos esforzamos por ayudar a los pequeños agricultores a aumentar sus rendimientos, reducir las pérdidas posteriores a la cosecha y promover la demanda sostenible. Nuestros requerimientos globales de alimentos actúan como un catalizador; el compromiso en las redes locales facilita nuestra tarea. Combinamos nuestro propio poder adquisitivo con el del sector privado, no sólo para comprar a los agricultores locales, sino para permitirles acceder a mercados más allá del PMA. Buscamos convertir a los pequeños agricultores en empresas viables, conectándolas con proveedores de préstamos, semillas de calidad, equipos y unidades de almacenamiento. Negociamos para asegurar la demanda y extender el riesgo a través de las cadenas de valor, para que los clientes se comprometan a adquirir cantidades acordadas. Esto crea puntos de ventas estables y predecibles para los agricultores. La oferta y demanda de productos confiables refuerza drásticamente el tejido de los sistemas agrícolas regionales y nacionales.
Nuestro poder adquisitivo de US$3.5 mil millones, junto con nuestra política de comprar alimentos lo más cerca posible de donde se necesita, nos da alcance para la acción. Nuestra demanda de bienes y servicios significa que podemos contribuir a la eficiencia en el transporte y los productos básicos, alimentos más seguros y de mejor calidad; costos más bajos, y mayor poder adquisitivo para comunidades enteras. Al proporcionar asistencia en efectivo, ayudamos a los minoristas en áreas remotas a mejorar sus propias cadenas de suministro. Con nuestro apoyo, los minoristas contratados optimizan su transporte y estrategias de compra a granel, reducir sus costos, reducir los precios de los estantes, y permitir que los necesitados compren alimentos más nutritivos.
La experiencia sugiere que incluso en ambientes desafiantes, nuestras intervenciones pueden extenderse ampliamente. Nos asociamos con bancos locales, comerciantes y proveedores de servicios móviles. Esto estimula ecosistemas comerciales saludables, estimula la demanda y ayuda a satisfacer esta demanda a través de bienes y servicios producidos localmente.
La campaña Sanos Sin Hambre, apoyada por el Programa Mundial de Alimentos, considera que la mejora de las cadenas de suministro es un paso fundamental para llegar al hambre cero, cuando se combina con la reducción de los residuos alimenticios, fomentando una variedad sostenible de cultivos y priorizando la nutrición. Debemos seguir innovando e invirtiendo en mejoras a las cadenas de suministro para asegurar que los agricultores puedan llevar sus productos a una base de consumidores más amplia.
Después de décadas de ayuda humanitaria, queda claro que sin duda las crisis se repetirán a lo largo de nuestras vidas y exigirán respuestas de emergencia. Sin embargo, debemos trabajar para que cada vez sean menos y que cuando ocurran, las estructuras que les harán frente estén preparadas. Ciertamente los mercados tienen sus defectos y no tienen la solución a todos los males, pero ninguna sociedad exitosa se ha construido solo en base a la caridad.
Corinne Fleischer es la Directora de Cadena de Suministro del Programa Mundial de Alimentos