Noticias | 08 Marzo 2007
Por Sheila Sisulu
La vida de Annie era buena: había estudiado agricultura en una universidad y su esposo era un mercader de oro y diamantes. Vivían junto a sus hijos en una casa de cuatro habitaciones ubicada en Bukavu, en la frontera oriental de la República Democrática de Congo (RDC). Sí, había vivido bien.