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Para millones de personas en África, Asia y América Latina, el cambio climático significa inundaciones más frecuentes e intensas, sequías y tormentas, llegando a representar cada año hasta un 90% de todos los desastres naturales. Éstos pueden tornarse súbitamente en crisis alimentarias y de nutrición. En la última década, casi la mitad de las operaciones de emergencia y recuperación del Programa Mundial de Alimentos (WFP) han sido como respuesta a desastres relacionados con el cambio climático, con un costo de US$23 mil millones.

Siendo que la amplia mayoría de las personas con hambre del mundo está expuesta a perturbaciones climáticas, erradicar el hambre requiere grandes esfuerzos para mejorar la capacidad de las personas de prepararse, responder y recuperarse. Si esto falla, se estima que el riesgo de hambre y malnutrición podría incrementarse hasta un 20% para el 2050.

Para apoyar a los países y comunidades vulnerables, el WFP provee análisis que destacan las conexiones entre la seguridad alimentaria y los riesgos climáticos, al igual que el impacto presente y futuro del cambio climático en la seguridad alimentaria y la nutrición. Esto ayuda a identificar qué comunidades corren un mayor riesgo y sirve para sustentar las políticas y los planeamientos nacionales, incluyendo el desarrollo de programas de asistencia alimenticia que creen resiliencia y reduzcan el hambre. El mapa de Vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria y el cambio climático, desarrollado por el WFP y la Met Office del Reino Unido, destaca la importancia de una acción urgente para aumentar los esfuerzos de adaptación al cambio climático y de mitigación para las personas con mayor inseguridad alimentaria.

Junto a sus socios, el Programa Mundial de Alimentos anima a la integración de diversas tecnologías, servicios y herramientas para equipar mejor a las comunidades para adaptarse a los impactos del cambio climático. Esto puede incluir la diversificación de medios de subsistencia, la protección de activos, ingresos y cultivos con seguros y acceso a servicios financieros, mejorar el acceso a los mercados y rehabilitando la tierra. También implica trabajar junto a los gobiernos para asegurar que estas iniciativas puedan incorporarse en los sistemas nacionales, incluyendo la alerta temprana, protección social y mecanismos financieros y de seguros.

Ayudar a las personas y los países con mayor inseguridad alimentaria a reducir el impacto del cambio climático en la seguridad alimentaria y la nutrición, mediante iniciativas tales como las Instalaciones de resiliencia climática para seguridad alimenticia y la Resiliencia rural R4, será una parte integral de la contribución del WFP en la implementación del Acuerdo de París del 2015.

Creando resiliencia frente al cambio climático para un mundo con Hambre Cero